Pedaleando con estilo por Lacoste Mexico

La ciudad tiene una cara distinta antes de que el mundo despierte del todo. Me gusta pensar que los ciclistas madrugadores somos testigos silenciosos de ese momento en que el sol aún bosteza, los cafés abren sus persianas y las calles, por un rato, no tienen prisa. Hoy salí un poco antes que de costumbre, con mi bici ligera y mi conjunto favorito: una Lacoste Mexico Polo azul marino, de esas que parecen respirar contigo, y unos shorts blancos que, combinados con los primeros rayos de luz, me hicieron sentir parte de la postal.

Silencio, pedaleo y buena tela

No soy profesional ni mucho menos. Solo alguien que encontró en el pedaleo matutino una forma de reconectar. Antes lo hacía por salud, luego por despejarme, y ahora, simplemente, por el placer de ver la ciudad despertarse. En esos trayectos, descubrí lo importante que es ir cómodo, pero también sentirse bien vestido. Y ahí es donde entra esta Polo: ligera, fresca, sin costuras molestas, con ese clásico cuello que no se deforma ni aunque pedalees a toda velocidad.

Hay algo en cómo cae el sol sobre la tela, cómo se mueve con el viento. Y es curioso, porque no suelo pensar mucho en la ropa que uso para moverme por la ciudad, pero esta prenda… bueno, se siente diferente. Como si en vez de simplemente vestirme, me estuviera preparando para disfrutar el día con un poco más de intención.

Un uniforme no oficial

Ya tengo mi ruta favorita. Bajo por una calle que bordea el parque, paso por una panadería que siempre huele a masa recién horneada y luego cruzo un puente donde el río refleja ese tono naranja suave del amanecer. Siempre hay otros ciclistas, algunos con cara de sueño, otros con cara de lunes, pero todos compartimos esa especie de acuerdo no dicho: aquí no se corre, aquí se respira.

Algunas veces, cruzo miradas con otros como yo, y sí, puede sonar tonto, pero hay algo especial cuando alguien te lanza una mirada de aprobación silenciosa. Hoy, uno de ellos se giró y me dijo: “¡Buena pinta, hermano!” mientras pasaba. Le sonreí sin frenar. La verdad, creo que fue por la Polo.

El poder del blanco (cuando aún no hay manchas)

Siempre he sido escéptico con la ropa blanca. ¿Muy delicada? ¿Fácil de manchar? Sí. Pero también hay algo innegablemente limpio, optimista, incluso valiente, en empezar el día de blanco. Mis shorts, que combinaban perfectamente con el azul de la Polo, reflejaban la luz de una manera que casi me hizo olvidar que más tarde tendría que enfrentar el tráfico, las reuniones y la rutina.

Fue ahí, mientras pedaleaba sin esfuerzo por la avenida semi vacía, que pensé en lo importante que es regalarse estos momentos. No por los likes, no por la ropa (aunque ayuda), sino porque hay cierta libertad en salir a las seis de la mañana y sentir que el mundo todavía no te exige nada.

Estilo sin esfuerzo

Hay algo que aprendí pedaleando: menos es más. En el diseño, en la ropa, en la forma de vivir. Un atuendo simple, pero bien hecho, cambia el humor. No necesitas diez colores ni mil accesorios. Solo una buena Polo, un pantalón que respire contigo, y una bici que ruede sin quejarse.

Cuando más tarde, al llegar a casa, me miré en el espejo, seguía sintiéndome bien. Nada arrugado, nada fuera de lugar. Como si mi uniforme para pedalear también fuera mi uniforme para arrancar bien el día.

El cocodrilo que pedalea conmigo

No suelo detenerme a mirar etiquetas, pero con esta prenda, el cocodrilo bordado se ha convertido casi en un compañero. No dice mucho, pero está ahí. Y hay algo tranquilizador en eso. Quizá porque, en un mundo que cambia tan rápido, encontrar algo que siempre cumple, que no necesita adornos para destacar, es cada vez más raro.

Puede sonar exagerado, pero hoy, mientras tomaba una foto rápida del cielo sobre la ciudad, noté cómo el reflejo del logo aparecía en la pantalla. Y pensé: si tuviera que elegir un look que me represente en este momento de mi vida, sería este.

Por eso, cuando vi la nueva colección en Lacoste Blanco, no dudé en guardar algunas piezas en favoritos. Uno nunca sabe cuándo necesitará otro conjunto para esos días donde uno sale a pedalear… y termina encontrándose.

Nada como una buena rodada y una buena prenda para recordar que los mejores días no siempre tienen que ser extraordinarios. A veces, solo necesitan empezar temprano, con sol, aire fresco y un poco de estilo.

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